Ahora puedes Googlear desde "Ni está ni se le espera"

Búsqueda personalizada

martes, enero 13, 2009

Lost in Connection (2ª parte)

Abro los ojos. Son las 4:20, así que he dormido 5 horas. El cambio horario, el ruido del aire acondicionado y un sms acaban por despertarme. Salgo a echar un pitillo pisando nieve helada. Tomo un zumo, un preparado de avena, y me doy una ducha caliente. La espalda me deja respirar…

Las siguientes 3 horas y media escribo la primera parte de este viaje, fumo 3 cigarrillos, reviso los buzones de email y leo prensa en la web. Divertido, ¿verdad?.

A las 9:00 salgo del hotel con mi compañero de desdichas en el camino a Boston y una pareja de españoles con nene de regreso a su casa en la bahía de San Francisco.

9:35. ¡Yupi! Todos los vuelos a Boston de la mañana están cancelados por la nieve allí. En menos de 2 días he cazado 3 tormentas de nieve en 2 continentes distintos. Me separo de mi compañero unos minutos para cambiar mi vuelo (no le vuelvo a ver desde entonces), y consigo que American Airlines me ponga en el siguiente en el que pueden confirmarme asiento: United Airlines, salida ¡a las 5 de la tarde! Eso, claro, si acaba saliendo…

Pongo al día a mi familia por teléfono, intercambio sms’s con mis amigos en España, y actualizo a mi jefe el estado de mi odisea por email. En el mostrador de Iberia, para variar, no hay nadie. Les llamo. Me dicen que abrirán a las 2 menos cuarto. Planeo llorarles un poco.
Pitillo y a la T.1, la de United. Me aseguro la tarjeta de embarque. Paso el (largo) control de seguridad. Compro una barrita de cereales y el GQ americano por la portada de Jenny Anniston (espectacular la tronca a los 40). Consumo todo y me aburro. Exploro tiendas en 3 terminales, y encuentro que el aeropuerto O’Hare es en esto el más pobre del mundo occidental.

Me quedan 5 horas de espera, y decido salir de la terminal a fumar. Vuelvo a los mostradores de Iberia. Espero 20 minutos. Es la 1 de la tarde, abren por fin. Para variar, “debido a que los retrasos se han debido a condiciones climáticas”, no consigo ni siquiera el vale para un bocadillo. Apenas les lloro. Me largo. Ni me cabreo.

Nieva levemente. Vuelvo a la T.1. Compro un bagel de canela con Philadelphia (me lo como por separado, metiendo y chupándome el dedo untado de crema de queso), una manzana y un café con leche mediano: Podría sacar 3 del tamaño normal en España. Aquí, ya se sabe, todo es más grande.

Mientras apuro el café escuchando “Mentiroso Mentiroso” de Iván Ferreiro (hacía mucho que no lo hacía… http://niestaniseleespera.blogspot.com/2008/03/ivn-ferreiro.html), y me fumo un par de Luckies, una chica de unos 20 años me pide ayuda. Se ha quedado sin pasta y va a recoger a su novio. Son 30 dólares cada trayecto de 2 horas en bus. La situación la avergüenza mucho, se nota. Nadie le ayuda, e incluso un tipo le ha gritado en un idioma que no entendía. Lo que pueda darle estará bien. Decido que si estuviera en su lugar me sentiría bien jodido, y que esta va a ser mi “buena acción del día”. Ni me paro a recapacitar si lo que cuenta es verdad o no. Busco un cajero. Saco 80 dólares y se los doy (trayectos completos, y para tomarse algo caliente). Se sorprende. Me pregunta si estoy seguro. “Sí”. Se ofrece a devolvérmelos si le doy una dirección. “No es necesario”. Le doy una tarjeta con mi email y le pido que sólo me escriba diciéndome como ha ido todo. Lo promete (no creo que lo haga), dice que me mandará flores (jajaja), me abraza un par de veces dando gracias y la pierdo de vista. Apuro otro cigarrillo.

Paso de nuevo el control de seguridad, otros 15 minutos sin esperar cola. Busco la puerta de embarque, me siento y escribo; me animo con Jamiroquai, leo Wired (“prestada” del hotel), y cuando a las 4 y 20 vuelvo del baño, ‘surprais, surprais’, el vuelo está demorado 40 minutos…

5:45 de la tarde. Embarco, en el último grupo que llaman, no falla, y tengo asiento central. Leo el catálogo de compras de ‘sky mall’, la revista de United, y escucho a Björk a todo lo que da el ipod nano.

Poco más ya. Aterrizamos sin más novedad. Echo el cigarrillo de rigor al salir del aeropuerto. Curioso: un tipo me pide un pitillo y se empeña en pagármelo (no le cojo la pasta, claro), y en las vallas de publicidad anuncian ¡catéteres!. O hay un congreso médico estos días, o estos Bostonianos son muy raros…

El taxista, por supuesto jamaicano y con Bob Marley de banda sonora, me lleva rápido al hotel, el Westin Copley Place hotel (http://www.starwoodhotels.com/westin/property/overview/index.html?propertyID=1035&language=es_es&PS=PS_aa_NewEngland_SPANISH_ES_Branded_boston_westin_copley_place_072808_NAD_FM), y encuentro varios compañeros en el bar. Son casi las 10 de la noche del domingo, y soy el “chico noticia” del fin de semana en mi grupo. Acabo resumiendo mi historia unas 10 veces. Todos se compadecen un poco de mí, y siguen bebiendo. Han sido 43 horas desde que salí por la puerta de casa.

Por fin llego a la planta 25. ¿Sabes qué? Mi habitación es la más alejada desde el ascensor. No podía fallar.

Las 11. Cama. Dormir.

No hay comentarios: