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lunes, agosto 27, 2007

Suecia con prisas


No ha muchas semanas me vi en un
improvisado viaje de trabajo a la más profunda Suecia. En total 2 días y medio, incluyendo desplazamientos. Como suena, sin anestesia ni ginebra alguna. Mi destino, ¿Estocolmo, Goteborg, las islas suecas? No, Karslkoga. Les pongo en situación: Pueblecito (te dicen que es algo así como la 5ª ciudad de Suecia, pero no pasa de ser un Collado Villalba cualquiera), que me tomó 11 horas alcanzar desde mi piso en Madrid. Taxi, avión, autobús, tren, taxi y de nuevo taxi tras perder mi 2º autobús. Famosa población, es un decir, por albergar museo dedicado a D. Alfred Nobel. Eso oficialmente, claro: Por lo bajini, el centro de distribución de droga de la zona debido a su privilegiada situación logística al quedar, poco más, poco menos, a igual distancia de Estocolmo, Oslo y Copenhague. O así me lo contaron.

Pues aprovechando el desplazamiento que les refiero, he aquí algunos mitos sobre Suecia que son verdad. O sea, que no son mitos:

- El país es tranquilo. Eso se respira…
- Los suec@s son altos y rubios, mayormente. Y los que no, tienen los ojos claros, por supuesto. Personalizando en las féminas, sí, las suecas son muy atractivas, o así se lo pareció a este pequeño español. Guapas, rubias, bronceadas muchas de ellas, generosas en escotes, labios, ojos… Mi recepcionista en Karlskoga, la pequeñita en el cliente para el que trabajé, mis 3 acompañantes en el vagón de vuelta a Estocolmo…
- Todo muy limpio. Confirmado.
- Orden y concierto, n'efecto: Billetes combinados de bus, tren, etc., donde prima la puntualidad; carteles descriptivos en cada jardinera pública; bicis de alquiler municipales, como esas recién instaladas en Barcelona…
- País de bosques y agua. Y la postal es tal y como se imaginan: Pinos, abetos, islitas…
- Volvos, igualmente abundantes.
- Y lo que
no cambia en ningún lado
: También en Estocolmo algunas de las mejores esquinas comerciales del centro las tiene Zara.

Pero como todo, ya lo sugería en la pincelada sobre el pueblecito de destino en el primer párrafo, Suecia también tiene sus “cosicas”:

- Gronchos (que diría mi compadre Nando, el medio argento) hasta en Suecia, y ladies, de lo más fino, españolas: Sí, fue divertido ver desde el asiento de mi avión a Estocolmo (en el vuelo de "las locas" como lo defino visto el amaneramiento de asistentes de cabina y alguno de sus amigos que van de pasajeros) como los estereotipos que los españolitos tenemos en la cabeza se invertían. La cosa es que los suecos a mi derecha eran un matrimonio con 3 niños, no más de 5 años el mayor, que de ser morenos y de ojos pardos hubiera dicho sacados de lo más profundo del barrio más profundo de cualquier ciudad española. Él, alto y gordo. Ella, sólo gorda. Camisetas sin mangas, bermudas baratos y sandalias aún más. Obviamente, de vuelta de sus vacaciones de verano in Spain. Respeto por los demás, ante las molestias que los enanos provocaban a su alrededor, ninguno. ¿Y a quién le toca el pequeño más jodón, ese que da patadas continuas al asiento de delante? A una absoluta lady: En sus largos sesentas, melena corta y lisa perfectamente rubia, azules ojos fríos, muy delgada, con ese sport en el vestir que conjuga zapatos Geox, rebeca de punto fino y perlitas en los pendientes. Metida en su lectura, acompañada de un caballero de similar pelaje. De lo más inglés vaya, lo juraría por todos mis muertos, y de ingleses entiendo un poco...

Pues en estas estaba yo, observando como el grado de cabreo de la señora crecía con cada patada, pensando “a la inglesa el vikinguito le está dando el viaje…”, cuando se gira a la madre sueca, que por supuesto no entiende nada, y un ardite que se le daría si lo hiciera, y se dirige a ella en perfecto castellano. Certifico que la señora era española de cepa pues, ante mi sorpresa, estuve pendiente de sus reproches al acompañante, que también era peninsular… Lo dicho, que las apariencias engañan. Pero eso ya lo sabían.

- Seguimos con “groncherías”: Hasta Karlskoga ha llegado el “tunning”. 21:00 horas, Plaza A. Nobel, ni Dios en la calle, me fumo un pitillo a la puerta del hotel, la paz más absoluta, un punto molesta incluso… Y aparece un "diecipocos" con novia incorporada rechinando rueda en el adoquinado. Sus llantas brillantes, su alerón, tubarros de escape… vamos, el kit completo, kit comansi. Y miren, hasta le entiendo mejor que a los que hacen lo mismo en mi barrio: Con nieve hasta el cuello y anochecido a las 3 de la tarde durante 6 meses al año, en algo tiene que gastarse las coronas el muchacho. Pero no me nieguen que ya tiene bemoles que la paz sueca del lugar se alterara justo por semejante engendro (y hablo del humano, no de la máquina).

Para ir terminando mi relato, un par de esos puntos “Matrix” que de vez en cuando se cuelan en mi vida:

- Bajo en la Estación Central de trenes de Estocolmo, y me digo: “Compañero, no te vas a meter a las 6 de la tarde en un hotel del aeropuerto”. Así que mejor me doy un voltio por la capital, que algo se me quedará. Salgo de la estación, cojo la primera avenida que veo y me doy de bruces con una esquina que llama mi atención. ¿Qué es? Pues sí, para un españolito perdido por tierras del norte, el Instituto Cervantes local. Apunten por si pasan: Klarabergsgatan 37, esquina con la Nils Ferlins torgo… Por cierto que este pasaje lleva a una preciosa catedral con patio, Santa Clara Kyrka. No se lo pierdan.

- Andando, andando, me llego a un edificio muy bonito y llamativo, todo de ladrillo, con pinta de palacio renacentista. A la salida descubriré que se trata del Ayuntamiento, donde se entregan los premios Nobel, por cierto. El patio de entrada es muy acogedor, y en mi visita incluye concierto de violín y arpa para recibir a una celebración de etiqueta debida a algún congreso que no lo logro identificar. La salida a la terraza ajardinada impresiona, con una maravillosa vista de la ciudad y el mar que entra en la ciudad por todas partes, como los dedos en la arena.

Pero a lo que voy. Que los españoles estamos disparados, y vamos a la reconquista de Europa. Quitando lo que, según creo, es sueco u otros idiomas escandinavos, lo único que oigo es español castellano… Como el de las 3 chicas a las que me ofrezco para sacar una foto de grupo, y que medio alucinan al oír que me dirijo a ellas con acento madrileño. No sé a ustedes, pero a mí de viaje por esos mundos, siempre me conforta poder hablar en mi lengua. Que el inglés, desgraciadamente lo único que además hablo, acaba cansando.