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martes, febrero 28, 2006

Y el Madrí, qué? Otra vez campeón d'Europa?


Veamos cómo queda la entrada de hoy... Obviamente, el tema es la noticia del día en el reino de todas las Españas: La dimisión de Florentino Pérez como Presidente del Real Madrid. Así como suena, y sin anestesia.

Antecedente

Personalmente, para que nadie dude, soy un aficionado que sigue al Real Madrid desde niño, pero ni socio ni forofo. Simplemente disfruto mucho cuando ese equipo gana.

Reflexión 1

Manda güevos, con diéresis en la u, que la principal noticia de la jornada sea esto. Ni el petardo de la ETA, ni la OPA, ni el Estatut, ni los muertos en Bagdad, ni 5.000 niños en Kabul ciscándose en la madre del inventor danés del lego por lo de la bomba en el turbante del Profeta, ni hostias. Claro, que si consideramos la entidad como máquina de hacer dinero (276 millones de euritos en el 2005, el enlace al pie les da más datos), que es de lo que se trata en esta civilización que tenemos, se empieza a explicar la cosa. Y se acaba considerando que probablemente las filias a equipos deportivos han sustituido las guerras y los héroes cubiertos de sangre del pasado, lo que bien mirado no está mal. Muere menos gente (que no ninguna desgraciadamente), mancha menos y al tener una o dos citas semanales, la emoción se atenúa un rato largo.

http://planetfutbol.abc.es/planetfutbol/primera/articulos/curiosidades7.html


Reflexión 2

Dejo de lado lo evidente de la historia, la noticia inesperada, la masa que siente al equipo como parte sustancial de su vida, el qué va a deparar el futuro, etc., y me paro en la actitud que ha mostrado el personaje.

La cosa es que el tema le iba chungo: por lo que deduzco de lo que se publica, se dice y se ve en los medios, los chavales que le dan a la bola andan subiéndose a las barbas de quien les salga por medio, o sea, haciendo (o mejor deshaciendo) lo que se les pone en las pelotas. Y claro, no ganan ni a los chinos. No a los de la República Popular, si no a ese juego tan ibérico de barra de bar, que por cierto se está perdiendo en las nuevas generaciones. Menos botellón y más jugarse la ronda, coño.

Pues eso, que el menda, creo que muy honradamente, ha dicho: "Mejor no lo puedo hacer. Conmigo aquí esto no se endereza ni aunque pasee a la Bellucci con las peras al viento por el Bernabeu los domingos de partido". Y se ha quitado de en medio. Sin más.

Ahora salen los que opinan que si es un cobarde, que si debería haber aguantado hasta el final de la temporada, etc. Curioso que los que lo dicen son de la banda, cuando no hijos reconocidos en el libro de familia, del tipo al que desalojaron
de la presidencia los socios del club para poner al señor Pérez, democráticamente y tras ganar la Champions, que escuece un rato: Fernando Sanz. Que miren ustedes, sin conocerle ya sé que no sería un tipo al que tratara con agrado. O sin él. Pero esa es otra historia. Para mí que representan ese otro deporte tan nacionalmente español: el rencor y la inquina más jodidamente destructivos.

Pues no. Que de comandantes gilipollas que no sabían dar pasos atrás cuando debían están las derrotas llenas. Que el tema tiene épica pero no tanta.

El tipo ha sido honrado. Porque tiene bemoles largarse de semejante chollo: los más grandes en el palco comiendo de tu manita, todos los días medio mundo pendiente de lo que sueltas por el pico, entrada por la cara donde te salga de la entrepierna, jeje. Lo dicho, que naciendo español poca cosa más importante puede haber para el ego, cuando no para los tejemanejes propios.

Y no, va y dimite. Porque no se ve capaz de hacerlo mejor dice, y antes de cagarla más, se va por donde entró, se pone a disposición del club y sus socios, y suerte a los que llegan. No me dirán que ejemplos así en cualquier ámbito de nuestra vida social no sobran. Vaaale, sí, pienso en políííticos con cara (mucha) y ojos. ¿Verdad, mis ex-ministros Acebes y Trillo?

Pues eso. Que para una vez que un tipo con algo de poder es un poco honesto en sus razones para largarse, tiene que ser el presidente de un club de fútbol...

PD: Lo único apurándome que no me ha convencido es un pequeño tic que ha tenido el señor Pérez a lo yonki de la poltrona: por mucho que esté en los estatutos del club que el mandamás entrante pueda hacerlo hasta las próximas elecciones, ¡hombre! que si una urna le colocó ahí, lo suyo y democrático es irse con un proceso convocado para que la masa elija al sucesor. Pero no todo iba a ser comportarse de acuerdo a una ética como se debe. Que estamos en España...

domingo, febrero 26, 2006

Por la presente se hace saber que se empieza esta publicación


¡Vamos pa'llá!

La primera en la frente: hasta las mismas pelotas me tienen las señoras y señores diputados del Congreso de esta nuestra monarquía constitucional de todas las Españas, y me explico.

Hace un par de días conmemorábamos el veinticinco aniversario del fallido golpe de estado de 1.981. Me van a perdonar (o no, que tanto se me importa) pero me niego a decir "del 23-F" como hasta mi sinceramente admirado Marín, Presidente de la Cámara, leyó el pasado jueves. ¿A qué coño no decir "del 23 de febrero"? Que no cuesta tanto, digo yo. O es que la vieja manía anglosajona de abreviar las palabras nos invade el castellano (que va a ser que sí), o es que nos volvemos gilipollas y repetimos cada chorrada que oímos en los medios de comunicación como si fuera misa en latín
, amén (que también).

Pero quitando estos enfurruscamientos míos de viejo, es precisamente por la declaración leída por lo que me noto cierto escozor en la zona inguinal, miren ustedes... Todo viene por el afán de nuestros representantes en quitarle los méritos al Rey Juan Carlos I, y de paso a todos los que trabajando a su lado (empezando por ese Señor con mayúscula, D. Sabino Fernández Campos) se plantaron delante de la generalada e inferiores y les dijeron que nones, que por ahí no pasamos, que os piréis que aquí hay unas leyes y el que se las salte, a la puta calle, quiero decir, a la trena más serena del penal de Alcalá.

Pues eso, que a santo de qué dar en la declaración leída el mismo valor al Rey (y colaboradores implícitos, ya digo) que a todos los demás con alguna responsabilidad la noche de autos. Que no trago: y se lo dice uno que con la razón en la mano, o mejor, en la cabeza y la palabra, puesto a cavilar piensa que lo de la monarquía hereditaria no tiene ningún sentido de ser en los tiempos que vivimos.

Pero eso es punto y a parte. De señores, y señoras también, es reconocer a cada quien sus valores. Y en este caso, al Rey lo que es del ídem. Con lo cómodo que se podía haber estado el buen hombre tomándose una ginebra (o lo que beba Su Majestad) mirando la televisión y esperando a ver cómo discurría la cosa, que al fin y al cabo, el trono no se lo quitaba ni Tejero, ni Armada con la Invencible.

Pues no. Se ató los machos, se puso las medallas, el uniforme que correspondía y les dió a todos una patada en la trasera, como era el deber que había jurado, jugándose la cabeza, la corona, el cetro, la bola y todos los complementos del Ken modelo Zarzuela. Honor, dignidad, lealtad, arrestos y honraded. ¡Ay! olvidaba que los conceptos detrás de esas palabritas no están de moda, no salen en el Marie Claire, los del Gran Hermano no los usan, ni falta que les hace, y en los informativos no son noticia de portada. El del tiempo es el único que algo entiende del tema, porque hay que tener cojones para ser hombre del tiempo (pero esa es otra historia).

Y todo esto, ¿por qué? Por dar gustito a todos... ¡Pues que se joda el que no le guste! Pero la realidad fue esa. Y den gracias; por ello, hoy a los señores diputados (y señooooras, vale) les votamos, hablan con libertad, hacen leyes, gobiernan, y les ponemos piso en Madrid, con sus dietecitas y su canesú. Y si quieren cambiar la forma política del estado, a República Federal por poner un decir, pues lo presentan, se vota las veces que haga falta (y lo mismo aquí tienen uno a favor, miren ustedes), se cambia la Constitución, se aprueba y pa'lante. Que aquí ya sabemos lo que es echar del trono a algún rey, así que no nos iba a pillar de nuevas. Dictadores sin embargo, hemos desalojado a pocos.

Así que no me jodan: no quieran mutar la historia en historieta, no le quiten méritos al ciudadano Juan Carlos Borbón (y a todos sus santos), ni sobre todo, dejen de reconocer que por una vez hemos tenido un Rey como está mandado en 250 años. Que en este país, ya es mucho.